jueves, 11 de abril de 2013

MENTIRAS DE HACIENDA


Cada operación policial encierra una trastienda que suele quedar oculta. Es una norma no escrita que los suceseros conocemos y aceptamos casi siempre, pero las mentiras evidentes que acaban por descubrirse son cosa distinta. La Agencia Tributaria mintió en enero. Quizá por desconocimiento o, como parece, por salvar los muebles. Una nota del Cuerpo Nacional de Policía desenmascara ese desliz. El 31 de diciembre mientras nos comíamos las uvas una banda asaltaba el depósito de drogas de la Aduana de Huelva y arramblaba con una tonelada de hachís. Un golpe limpio, con dos todoterreno y un remolque; con sus protagonistas, una decena de  ladrones de poco pelo, enfundados en ropa negra, con capucha y guantes. Algún vecino avisó; ellos fueron más rápidos y escaparon. Los siguientes días asistimos a sucesivas versiones de descargo. La más taxativa fue la de Hacienda, de quien dependen esas instalaciones. Aseguró en un comunicado que se había cumplido el protocolo de seguridad, que a esa hora no había vigilantes pero sí saltó la alarma.


Es extraño que no confirmaran esa información y si lo hicieron es más grave porque entonces la mentira fue deliberada y burda. Tres meses después sabemos, gracias a la investigación de la Policía, que no hubo ninguna alarma cantora porque el mismo vigilante de seguridad que facilitó a sus compinches el robo del mando para abrir la puerta del depósito les proporcionó la clave para desactivar la alarma. No era la primera vez que el guarda infiel metía la mano en la mercancía intervenida a otros narcos. Otros 90 kilos de hachís habían pasado antes por sus manos y ya les había dado salida. Era un secreto a voces que parte de toda esa droga robada se le había incautado a un grupo de narcos con los que supuestamente colaboraban dos guardias civiles onubenses (la anulación de las escuchas telefónicas, una reiteración preocupante, les ha permitido a todos eludir la prisión).

El ADN hallado en el remolque y el tesón de los agentes han recolocado las piezas. Tres meses después, dieciséis delincuentes, algunos con un largo historial por tráfico de drogas y robos, han sido detenidos por la Policía. Solo seis están en prisión y el cabecilla, el que ordenó el golpe, un sevillano experto en estos menesteres, logró huir horas antes de que llegara la orden judicial para arrestarlo y se refugió en Marruecos. Allí tiene para vivir una temporada gracias al botín obtenido. La misma semana del robo se compraron dos coches de lujo, que se han recuperado. Unos han hecho su trabajo; otros han mantenido en pie la mentira y el emplazamiento al futuro que nadie comprueba: "Se reforzará la seguridad de los depósitos de droga". ¿Con qué dinero? Esa es cuestión baladí.


1 comentario:

  1. No hay que solo reforzar la seguridad, sino destruir la droga y guardar solo las muestras necesarias para condenar a los culpables.

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