Cada operación policial encierra una trastienda que
suele quedar oculta. Es una norma no escrita que los suceseros
conocemos y aceptamos casi siempre, pero las mentiras evidentes que
acaban por descubrirse son cosa distinta. La Agencia Tributaria
mintió en enero. Quizá por desconocimiento o, como parece, por
salvar los muebles. Una nota del Cuerpo Nacional de Policía
desenmascara ese desliz. El 31 de diciembre mientras nos comíamos
las uvas una banda asaltaba el depósito de drogas de la Aduana de
Huelva y arramblaba con una tonelada de hachís. Un golpe limpio, con
dos todoterreno y un remolque; con sus protagonistas, una decena de
ladrones de poco pelo, enfundados en ropa negra, con capucha y
guantes. Algún vecino avisó; ellos fueron más rápidos y
escaparon. Los siguientes días asistimos a sucesivas versiones de
descargo. La más taxativa fue la de Hacienda, de quien dependen esas
instalaciones. Aseguró en un comunicado que se había cumplido el
protocolo de seguridad, que a esa hora no había vigilantes pero sí
saltó la alarma.
Es extraño que no confirmaran esa información y si
lo hicieron es más grave porque entonces la mentira fue deliberada y
burda. Tres meses después sabemos, gracias a la investigación de la
Policía, que no hubo ninguna alarma cantora porque el mismo
vigilante de seguridad que facilitó a sus compinches el robo del
mando para abrir la puerta del depósito les proporcionó la clave
para desactivar la alarma. No era la primera vez que el guarda infiel
metía la mano en la mercancía intervenida a otros narcos. Otros 90
kilos de hachís habían pasado antes por sus manos y ya les había
dado salida. Era un secreto a voces que parte de toda esa droga
robada se le había incautado a un grupo de narcos con los que
supuestamente colaboraban dos guardias civiles onubenses (la
anulación de las escuchas telefónicas, una reiteración
preocupante, les ha permitido a todos eludir la prisión).
El ADN hallado en el remolque y el tesón de los agentes han recolocado las piezas. Tres meses después, dieciséis delincuentes, algunos con un largo historial por tráfico de drogas y robos, han sido detenidos por la Policía. Solo seis están en prisión y el cabecilla, el que ordenó el golpe, un sevillano experto en estos menesteres, logró huir horas antes de que llegara la orden judicial para arrestarlo y se refugió en Marruecos. Allí tiene para vivir una temporada gracias al botín obtenido. La misma semana del robo se compraron dos coches de lujo, que se han recuperado. Unos han hecho su trabajo; otros han mantenido en pie la mentira y el emplazamiento al futuro que nadie comprueba: "Se reforzará la seguridad de los depósitos de droga". ¿Con qué dinero? Esa es cuestión baladí.
No hay que solo reforzar la seguridad, sino destruir la droga y guardar solo las muestras necesarias para condenar a los culpables.
ResponderEliminar