sábado, 12 de julio de 2014

MIGUEL ÁNGEL BLANCO NOS CAMBIÓ LA VIDA

Querido Miguel Ángel:

Allá donde estés, te doy las gracias. Lloré cuando te ejecutaron esas malas bestias. Lloramos todos. Tuve el corazón en la boca en esa agonía de 48 horas, que luego fue aún más larga y dolorosa. Lo tuvimos todos. Yo creo que la muerte nunca sirve para nada, salvo para supurar dolor y pérdida. Nos consolamos pensando que de algo valió, en este caso la tuya. La catarsis social, política, todo eso tan dicho y tan aireado por tantos. El pretexto, el aldabonazo que nos hace detenernos y girar la cabeza. La reflexión, las preguntas y a veces las respuestas.

Ese 10 de julio en el que tú ibas a trabajar y seguramente pensabas ya en tus vacaciones, yo andaba muy perdida. Con mi licenciatura de Periodismo bajo el brazo y alguna incursión profesional, había tomado la decisión de dejar de ser periodista. Fíjate, no había esta crisis y esta desesperanza profesional para muchos, pero mi determinación era clara. Había que pasar por el inevitable trance de trabajar gratis para abrirse camino y siempre he pensado que eso atenta contra la dignidad de uno. Como no se me daba mal la hostelería y ya tenía cierta experiencia, había elegido ese camino. Pero algo explotó cuando vi tu ataúd, tu cara, tu valor al enfrentarte en los plenos del Ayuntamiento a las bestias; cuando vi a aquellos millones de personas rebelándose y a decenas de compañeros míos narrando todo ese dolor, toda esa rabia, toda esa injusticia...

Ese día, el día que te mataron, el día que tú conseguiste hacer hablar al silencio, decidiste involuntariamente mi futuro. Y volví a ser periodista, contadora de historias, lo que había soñado desde niña, aquello en lo que había puesto tanta voluntad y tanto esfuerzo. Esa misma noche redacté mi currículo y mis cartas de presentación. Dos meses después, me admitieron y me becaron en ABC. Y aquí sigo. Contando historias, con mayor o menor fortuna. Una buena parte de esa fortuna te la debo a ti. El dolor que cambia vidas, que cambia el mundo. Gracias, Miguel Ángel. Allá donde estés, para ti la PAZ.  


jueves, 3 de julio de 2014

EL PEDERASTA Y LOS RUMORES ENVENENADOS


"Placas al parecer de un individuo que ha raptado a dos niñas en Ciudad Lineal hoy, en una calle paralela al centro comercial Alcalá Norte. Difundidlo a todos los que podáis, da igual el distrito, parece que pudiera ser el violador de menores de Ciudad Lineal. Esta si es una cadena realmente importante". Llevo varios días dando vueltas a escribir o no este post, pero este mensaje falso y otros cinco similares que he recibido en las últimas horas (reenviados por madres de compañeros de colegio de mi hijo) han decidido por mí.

La secuencia es la siguiente. Desde abril, la Policía de Madrid se deja la piel en encontrar a una bestia que ha raptado a tres niñas, las ha drogado, ha abusado de ellas y luego las ha abandonado tras lavarlas. Ha actuado en todas las ocasiones en el distrito de Ciudad Lineal. El caso tiene prioridad absoluta y un millón de dificultades. "Estamos ante uno de los individuos más peligrosos y escurridizos en años", sostienen desde la investigación. La Brigada de Policía Judicial, flor y nata desde hace muchos años, está volcada; la Jefatura madrileña entera, también. Se han creado tres niveles dentro de las pesquisas y las gestiones se llevan con absoluto secreto. Lo que toca. Lo que debe ser.

Los investigadores cuentan con tres pequeños hilos de los que tirar y a ellos se aferran con la esperanza de atrapar al malnacido antes de que decida actuar de nuevo y elija otra presa indefensa, y con la conciencia de que quizá esa sea la única posibilidad de ponerle rostro. Un dilema que carcome a cualquiera y a ellos más que a nadie. A algunos los conozco y sé que hasta que no lo metan entre rejas duermen lo justo y su vida gira en torno al caso.

No hay matrícula de coche, como divulgan rumores infames (solo un par de números sometidos a millones de combinaciones); no hay grabaciones; no hay ADN y ni siquiera una descripción física rotunda (no podemos olvidar que la víctima mayor tiene solo nueve años). Pero frente a esas espinas ha surgido como tantas veces la infamia y el desconocimiento mezclado con el miedo lícito de miles de padres. Testigos que aseguran a quien los quiera oír que lo han visto y que al mostrarles fotos o interrogarlos sobre determinados aspectos no dan una; personas que buscan revancha señalando a quienes nada tienen que ver; mensajes de terror difundidos a través de las redes sociales, incluso fotografías de supuestos sospechosos.

Ocurre cada vez que un suceso nos sacude o pensamos que nos puede tocar de cerca. No hace falta buscar muy lejos para encontrar la psicosis que se creó tras el 11-M con las mochilas abandonadas en cualquier parte o con árabes a los que se señalaba con el dedo. La vieja táctica de sembrar pánico tan eficaz en la guerra. La Policía, a través de diversos canales, pide calma y prudencia pero el veneno y el miedo se disparan. Hasta tal punto ha llegado esta intoxicación que se ha creado un grupo de agentes solo para separar el grano de la paja. Elocuente. En este caso la paja sobra y el grano sigue libre. Es la única certeza. La mía, además, que lo atraparán. 

Calle donde se produjo el último secuestro *Foto: Ángel Navarrete (ABC)