domingo, 21 de abril de 2013

TORRES-DULCE ABANDONA EL CINE

Eduardo Torres-Dulce


El fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, ha abandonado la crítica de cine. Ha orillado su ironía y modales exquisitos y ha optado por el puñetazo desabrido en la mesa. "Aquí mando yo". Y en virtud de ese mando jerárquico que le otorga el Estatuto del Ministerio Fiscal ha obligado a su subordinado Carlos Bautista, fiscal del caso Faisán, a acusar de colaboración con ETA a dos policías: el comisario Enrique Pamiés y el inspector jefe José María Ballesteros. Jerarquía frente a independencia de criterio. Política frente a Justicia. Ministerio Fiscal al servicio de intereses orquestados. Connivencia entre partidos. Chirría que el mando, la dirección, el Estatuto solo se ejerzan contra funcionarios de uniforme y no contra sus superiores: los políticos que les dieron la orden, la cúpula de Interior cuando se produjo el "chivatazo" a ETA.

Hace una semana, un viejo amigo y vieja fuente siempre bien informada me telefoneó. "¿Llevas tú el Faisán?", me preguntó. Le aclaré que no, pero le tiré de la lengua porque el mundo de las togas nunca me deja indiferente. "Dulce va a obligar al fiscal del caso a acusar a los policías de colaboración con organización terrorista. Él va a contarlo en su escrito". Confieso -las ingenuidades aún me rondan- que me costó creerlo aventurando el escándalo que desencadenaría tal imposición y confieso que sigo estupefacta por la nula reacción. Una vez más observo, entre el asombro y el desencanto, que se deja caer al más débil; que el Código Penal proporciona excusas y argumentos a gusto del consumidor. ¿Cómo se interpreta de otro modo que un destacadísimo luchador contra la banda (500 detenidos y 5 comandos), uno de los policías más implicados en la lucha antiterrorista sea acusado de colaborador cual borroka de pacotilla? 

El Tribunal Supremo aseguró que "no es necesaria la afinidad ideológica" ni compartir fines, métodos o componentes ideológicos para colaborar con una organización terrorista. Con su desconcertante razonamiento, abocó al fiscal del Faisán al fracaso en su estrategia de acusar a los policías solo de revelación de secretos y proporcionó a su superior la argumentación para abandonar la crítica de cine y ejercer como jefe pleno. Yo prefiero a Torres-Dulce como crítico que como mandamás porque está demostrando que no le tiembla el pulso cuando tiene que destrozar una película, aunque esa película sean una o varias carreras profesionales que arroja a los perros. Quizá algún día descubra que erró la profesión y el oficio y en lugar de crítico se soñó director de orquesta. 

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