"A Asunta eso la hacía sufrir porque era una niña a la que no le gustaba fallar en nada y eso lo consideraba un fallo". Son palabras de la declaración ante la Guardia Civil de Gail L.B., la profesora de ballet de la pequeña asesinada en Santiago. Gail reveló que la actitud de los padres hacia el ballet había cambiado desde finales del año anterior, o más bien se había acentuado ese cambio porque desde la muerte de los abuelos de la niña, a quienes estaba tan unida, nada volvió a ser igual. "Se produjo una pérdida de comunicación y falta de colaboración por parte de ellos cuando en los cursos anteriores la implicación era total". La profesora explicó un ejemplo muy gráfico. Para el festival de fin de curso tenían ensayos; iban a representar entre otras una danza árabe y ella pidió a las alumnas unos crótalos para los dedos. Asunta llegó sin ellos, pero no por un olvido, la niña especial jamás se olvidaba, "sino porque no se los habían comprado sus padres". Eso para la pequeña era un sufrimiento.
Desde el 30 de junio hasta el 14 de septiembre no la vio, aunque el 10 de julio la niña le envió un whatsApp preguntándole por las notas de los exámenes. La profesora se las había enviado por correo electrónico a su madre cinco días antes, pero la pequeña no lo sabía (cierto que Charo acababa de salir del hospital, rota según explicó al juez). Gail contó también que antes mandaba la información al padre y a la madre, pero dejó de enviarle correos a Alfonso Basterra. La razón, la explicó la docente con todo detalle en su declaración ante el juez. La actuación final fue el 30 de junio. Las alumnas llevaban varios trajes -danza escocesa, danza polaca, danza rusa, danza árabe y danza africana-; Charo estaba ingresada y la reacción de Alfonso no estuvo a la altura.
La niña, el jueves antes de la actuación, dijo a la profesora que no encontraba el vestuario para el baile africano y su padre añadió que Asunta no iba a poder participar en esa coreografía, ensayada durante meses. Gail se ofreció a venderle uno nuevo. "No voy a pagar más dinero por un traje". La docente se lo prestó a la niña, pero cuando se lo devolvieron faltaba una falda de rafia. "Se la pedí educadamente a Alfonso por mail y él negó por completo que faltara alguna pieza. Cuando insistí, siempre de forma correcta, ya no me contestó". Gail dijo al juez que esto fue una continuación del cambio de actitud que había empezado tiempo antes. Fue el primer año (Asunta llevaba seis asistiendo a ballet) que no le hicieron reserva de matrícula, de manera que la docente creyó que en septiembre la niña ya no retomaría las clases porque tampoco siguió ningún curso en verano como era habitual.
Se equivocaba. El 14 de septiembre, la pequeña volvió. Cuatro días después, Charo envió el siguiente mensaje a Gail: "Hola Gail, a causa de una medicación que Asunta tenía que tomar hoy no se encuentra en condiciones de ir a clase. Está muy preocupada por el papel que tenía que llevar hoy cubierto. Yo le he dicho que no hay ningún problema que te lo llevará el viernes. Disculpa las molestias y gracias x todo". Faltaban tres días para que la alumna aplicada y constante fuera asesinada.
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