miércoles, 27 de noviembre de 2013

NINGUNA CÁMARA GRABÓ A BASTERRA

"Qué más quisiéramos que tener grabado a Alfonso Basterra. Pero no. Todavía ahora, dos meses después, se miran y se remiran las cintas por si se ha colado algún detalle". El juez Taín no tiene, de momento, elementos para situar al padre de Asunta ni en la finca de Teo, donde supuestamente la pequeña murió asfixiada, ni en la pista forestal donde se halló su cuerpo. Él declaró que, tras la comida del sábado 21 de septiembre, no salió de su casa de la calle República Argentina hasta que su exmujer lo llamó para decirle que había desaparecido la niña. El reloj ya había marcado las 21.30 de la noche.

Los agentes han repetido el recorrido del Mercedes de Porto desde Doctor Teixeiro hasta su finca una y mil veces. Han revisado las grabaciones hasta dejarse las pestañas y ni rastro de Basterra. Se barajó al inicio que el padre hubiera eludido dos cámaras que le habrían captado si hubiera caminado desde su casa hasta la de su exesposa. ¿Cómo? Adentrándose en un aparcamiento subterráneo con tres salidas que hay frente a su edificio. Se descartó. Ni un solo dato en ese sentido. De haber sido así, sería muy difícil que no hubiera quedado reflejado, minutos después, en la cámara de la gasolinera en la que madre e hija aparecen con nitidez y por la que pasaron, como se comprobó. De hecho fue esta grabación la que dio la primera pista de que Rosario mintió en su declaración inicial ante la Policía. 

Alfonso Basterra, padre de Asunta, poco antes de ser detenido     *ABC

En segundo lugar, por apurar posibilidades, los investigadores barajaron que Porto hubiera recogido a Basterra directamente en su portal, con Asunta en el asiento del copiloto y que él se hubiera camuflado en la parte trasera del coche. En ninguna cámara se tiene a foco esa parte (a pesar de que el coche carezca de cristales tintados, el espacio más reducido y la curva del techo provocan una menor iluminación. Esta posibilidad se investigó con más intensidad, pero tampoco ha sido fructífera. 

El juez, ni en el auto de prisión de Basterra, ni en el de levantamiento del secreto de actuaciones donde recoge un somero relato de hechos, sitúa a Basterra entre la comida (cuando en teoría la pequeña ingirió la dosis tóxica de pastillas) y el momento en el que ambos progenitores acuden a comisaría a denunciar (llegaron a las 22.17 e interpusieron la denuncia a las 22.31). Son horas cruciales, horas en las que la niña fue drogada y asesinada, según el fiscal y el juez. Ambos consideran de igual modo al padre presunto responsable del asesinato, pero las cámaras no le han grabado. Habría facilitado la investigación, pero como ironiza un agente con un rastro de desazón: "No está y lo que no vamos es a dibujarlo". 

No hay comentarios:

Publicar un comentario