"La colocación de un micro no solo permitirá romper el pacto de silencio que actualmente reina de forma sorprendente entre ambos progenitores. Se dice que de forma sorprendente porque si no hubiera complicidad, el no implicado solicitaría explicaciones al otro. Dicho pacto de silencio no regirá entre ellos (...)" Esta es parte de la justificación que el juez Taín recoge en el auto en el que autoriza a la Guardia Civil a grabar las conversaciones de Alfonso Basterra y Rosario Porto en los calabozos de la Comandancia de La Coruña el pasado 25 de septiembre, solo cuatro días después de que apareciera el cadáver de su hija Asunta. La controvertida medida, utilizada con cierta frecuencia en detenciones de etarras para contrarrestar su estrategia de denunciar torturas policiales, a buen seguro recibirá contestación por parte de las defensas de ambos. No es habitual en este tipo de crímenes y solo se entiende a la vista de que el instructor está convencido desde el principio de que ambos actuaron de "mutuo acuerdo", "al menos uno con el consentimiento del otro en una sucesión de actos cuyo número y complejidad apuntan a la existencia de un plan preconcebido", tal y como señala en otro auto de 3 de octubre, que consta en el sumario.
Esos actos se van desgranando a lo largo de los cinco tomos de la causa: unos a través de evidencias y otros traspasan las numerosas declaraciones que aparecen, tanto de profesores como de amigos, vecinos y muchos muchos profesionales de la medicina. Solo con estos últimos se puede elaborar un inquietante mapa vital de los últimos años de esta pareja, que se convierte casi en una radiografía si nos ceñimos al verano. Idas y venidas a psiquiatras, médicos de cabecera y farmacias..., especialistas que relatan otras visitas anteriores; pastillas y más pastillas, para dormir y para estar estar despiertos, o como sospechan el fiscal y el juez para acabar con la vida de su hija.
"Le puse un ejercicio musical conocido por ella y comprobé que empezaba a fallar en cosas que no eran habituales saltándose compases, confundiéndose con los dedos, la lectura y la ejecución (...) se tambaleaba y casi se cae (...) Me dijo que no veía bien, que veía doble, que la estaban engañando, que su madre le daba unos polvos" Este episodio ocurrió el 23 de julio en la escuela de música donde Asunta acudía a clases de violín. Solo se conoció tras el crimen.
Poco después contó a una amiga y a la madre de ésta que el 5 de julio había entrado un individuo en su habitación y la había intentado estrangular. Su madre intervino con un cuchillo. Porto acudió a comisaría pero finalmente no denunció. Relató a los agentes el gravísimo episodio la noche en que acudió a denunciar la desaparición de Asunta, no antes.
El 18 de septiembre, solo tres días antes del crimen envió el siguiente sms a la profesora de ballet de la niña: "Hola Gail, a causa de una medicación que Asunta tenía que tomar hoy no se encuentra en condiciones de ir a clase. Está muy preocupada por el papel que tenía que llevar". Ese día tampoco fue al instituto Rosalía de Castro. Al siguiente, Porto envió una carta al tutor de la pequeña, con membrete del Consulado de Francia, justificando la ausencia: "Por motivos de salud para realizarle unas ineludibles pruebas médicas le prescribieron un fármaco que le ocasionó graves vómitos y mareos".
Ese mismo día o al siguiente, la testigo no recuerda bien, Alfonso Basterra acudió a un herbolario y pidió unas pastillas para la alergia que dijo sufrir, igual que su hija, explicó. El episodio que contó con lujo de detalles dejó a las dependientas impactadas. Asunta, les narró, debido a su fuerte alergia se había levantado a las dos o las tres de la madrugada, se había vestido con la ropa del colegio y se había colgado la mochila para ir a clase. Ellas le recomendaron que la llevara a un especialista.
Las señales estaban ahí y con ellas (hay más) han trazado los investigadores el recorrido de culpabilidad y premeditación de los padres; de hecho lo hicieron esa misma madrugada ante las reacciones de ambos. Por eso, la Guardia Civil antes de detener a Basterra pidió al juez (todo apunta a que de común acuerdo) autorización para sonorizar los calabozos. "Estando previsto practicar la detención de Alfonso Basterra en el día de hoy, una vez finalice el registro de la casa de Montouto, en el que se encuentre presente y estando previsto recibirle declaración en las próximas horas para el esclarecimiento de los hechos se solicita sonorización y grabación de los calabozos". Taín tardó diez minutos en conceder el permiso. El objetivo, aún no cumplido, era claro: "romper el pacto de silencio".
?No entiendo nada, x mucho que kiera a su mujer, llegar hasta dnd han llegado, y para q, si nunca mas podrán estar juntos
ResponderEliminarMi tesis sobre el móvil: Pienso q basterra quería q su mujer ejecutase el plan de la muerte de la niña (pq quizás a ella asunta ya le molestaba-pensemos en su nueva relación). Y con tal de no verla con su amante, hasta este punto llegaría su obsesión y dependencia x ella, prefería verla en prisión sacrificando a su propia hija. Y él fuera cuidando de los bienes de ella. Lo q se le escapó es q él está tb dentro. Taín no es tonto. Dantesco, abominable y asqueroso. Xo yo lo veo así.
ResponderEliminarEsto pasa por no estar en china, sinó ya le hubieran aplicado la cuenta atrás. Sos o no sos culpable. El estado no puede estar gastando tanto dinero, tampoco montando el circo.-
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