Detención de uno de los empresarios implicados *ABC/Rober Solsona |
José Manuel Casado, informático de Collado Villalba, se pasó 36 horas en el calabozo del cuartel de Rivas. Iba a trabajar el lunes 27 de octubre cuando lo detuvieron, sin llegar a colocarle las esposas. Insistió a los guardias en que era inocente. La cantinela de todos, debió de pensar alguno. Le acompañaba su mujer, pero su arresto era tan extraño que ella creyó que se trataba de un secuestro express y él de una cámara oculta o una broma de mal gusto. Los agentes de la UCO le informaron de que estaba detenido por cohecho y pertenencia a organización criminal. Cohecho, un hombre que llevaba más de un año parado y hacía poco que había empezado a trabajar dando clases de informática en un centro de mayores de su pueblo.
Las horas se le hicieron días. Se sentía como el infortunado protagonista de una película de serie B cuando le hicieron la reseña policial, le leyeron los derechos y le pidieron una abogada de oficio. Incomunicado, Casado ignoraba que su nombre figuraba como objetivo en la lista de más de medio centenar de la operación Púnica contra la corrupción municipal, con el exconsejero de Justicia e Interior Francisco Granados a la cabeza y media docena de alcaldes madrileños, entre otros políticos implicados.
Pasó todo el lunes y a media tarde del martes le llegó el turno de declarar. Uno de los responsables de la investigación se sentó frente a él en presencia de la abogada que se le había designado y comenzó la declaración en el cuartel. A los cinco minutos de empezar, nada más responder a dos o tres preguntas, el guardia civil le dijo a Casado y a la letrada que esperaran un momento y salió. "Este hombre no es el que hemos oído por el canuto. Este no es el de los pinchazos", les dijo a sus compañeros. Revisaron los nombres de los objetivos y no había error, pero el agente que había escuchado las grabaciones teléfonicas, autorizadas por el juez Eloy Velasco, se fió de su recuerdo. La voz no era la de José Manuel Casado. Fue en busca de la escucha, se colocó los auriculares, y comprobó que estaba en lo cierto.
"Ha habido un error. Queda usted en libertad de manera inmediata", le dijo el agente excusándose ante Casado pero sin explicarle cómo se había descubierto que no era la persona buscada. Un par de días después se dio con el José Manuel Casado de la escucha y la imputación: un comercial de El Faro de Guadarrama, a quien se acusa de actuar presuntamente como intermediario entre el Ayuntamiento de Collado y la empresa Cofely, en el centro de la trama Púnica.
Casado fue despedido de la empresa porque al principio no creyeron su pretexto de su ausencia al puesto por estar detenido. Tras la mediación de los investigadores se le readmitió. El error se pudo reparar y algo más: el comandante del Grupo de Delitos contra la Administración y el coronel de la UCO se presentaron en la casa del informático para pedirle disculpas personalmente. El episodio acabó de forma tan cinematográfica como había empezado y José Manuel Casado ha vuelto a ser el informático sin tacha y con empleo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario