Grover Morales, al ser detenido; a la derecha, su víctima |
La pequeña Nada ya está en Barcelona. Ha recorrido tinieblas paso a paso en los últimos siete meses, mudada de país primero y luego de aldea en aldea como una yegua comprada o robada en el mercado en un país desconocido, entre extraños que ni siquiera hablaban una lengua que ella entendiera. De momento, le han retirado la custodia temporalmente a sus padres por mucho que este fin de semana se manifestaran y aseguraran haber sido víctimas de un engaño. El juez les imputa un presunto delito de abandono de familia, aunque podrán ver a su hija en un centro de atención a la infancia de la Generalitat de forma "controlada". La UCO de Guardia Civil asegura que la dejaron salir de España con un poder notarial (aparentemente firmado por ellos) para que fuera de vacaciones con su vecino boliviano, Grover Morales, porque la cría jamás las había tenido. Este individuo aseguró que viajaron a su país para comprar oro y revenderlo aquí dada la precaria situación económica de los progenitores de la menor, que tienen otros dos hijos. Pero Nada ni ha tenido vacaciones ni ha traído oro. Fue secuestrada, obligada a recoger hoja de coca, a caminar por senderos de barro y lodo en medio de la selva, a bautizarse y a vivir con su captor como su esposa.
Grover Morales, 36 años, con aspecto de selenita, sabía bien lo que quería. Le gustan las niñas (estuvo preso, aunque solo unos meses, por violar a sus dos hermanas menores). Cuando salió de la cárcel en Bolivia y lo desterraron de su pueblo eligió España, adonde llegó con una identidad falsa y donde ha subsistido hasta el pasado mes de agosto. Unos días después ya no permitió más a Nada hablar con sus padres por teléfono. Ellos corrieron a denunciar, pero han hecho falta siete largos, interminables meses para hallar a la secuestrada y al raptor, que la había confinado allá donde el teléfono, la carretera, la luz y el agua no llegan: en la zona selvática más inaccesible de El Chapare.
Me llamó la atención desde que conocimos el caso, aparte del evidente aspecto de semiiluminado de Morales, su flirteo con creencias religiosas dispares, antagónicas, en apariencia al servicio de sus propósitos de estupro. En unos meses pasó de declararse seguidor de Alá y visitar la mezquita de Hospitalet de Llobregat proclamando su inminente conversión al Islam a buscar cobijo en iglesias de la secta AEMIMPU (Asociación Evangélica de la Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal), seguidores de Jehová, que consideran la agricultura como la primera empresa creada por Dios para la humanidad (incluido por supuesto el cultivo de coca). No se sabe si los seguidores de este grupo le ampararon o no, pero sí que obligó a la niña a bautizarse siguiendo el rito al uso y a cubrirse la cabeza con pañuelo, mientras la arrastraba de aldea en aldea al saberse perseguido. Su madre lo encubrió, pese a que lleva más de un mes encarcelada por hacerlo.
En la entrevista que realizaron colegas bolivianos a pie de celda a Morales, el individuo declaró sin empacho que Fátima la madre de Nada le había autorizado a que se casara con su hija porque el Islam lo permite (la pequeña tenía nueve años cuando fue secuestrada y ha cumplido diez durante su cautiverio). También argumentó cuando la salida islamista no parecía convincente que es habitual entre los seguidores israelitas, algo que tampoco parece que se acerque a la realidad. En ambos casos, desde luego, contraviene la ley boliviana para cuyas autoridades el individuo ha cometido trata de personas, asociación delictiva y abuso sexual. Ya está en una cárcel de Cochabamba en la que sus argumentos con Alá y Jehová como escudo a buen seguro que no calarán en la conciencia de otros reos.
Grover Morales, 36 años, con aspecto de selenita, sabía bien lo que quería. Le gustan las niñas (estuvo preso, aunque solo unos meses, por violar a sus dos hermanas menores). Cuando salió de la cárcel en Bolivia y lo desterraron de su pueblo eligió España, adonde llegó con una identidad falsa y donde ha subsistido hasta el pasado mes de agosto. Unos días después ya no permitió más a Nada hablar con sus padres por teléfono. Ellos corrieron a denunciar, pero han hecho falta siete largos, interminables meses para hallar a la secuestrada y al raptor, que la había confinado allá donde el teléfono, la carretera, la luz y el agua no llegan: en la zona selvática más inaccesible de El Chapare.
Me llamó la atención desde que conocimos el caso, aparte del evidente aspecto de semiiluminado de Morales, su flirteo con creencias religiosas dispares, antagónicas, en apariencia al servicio de sus propósitos de estupro. En unos meses pasó de declararse seguidor de Alá y visitar la mezquita de Hospitalet de Llobregat proclamando su inminente conversión al Islam a buscar cobijo en iglesias de la secta AEMIMPU (Asociación Evangélica de la Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal), seguidores de Jehová, que consideran la agricultura como la primera empresa creada por Dios para la humanidad (incluido por supuesto el cultivo de coca). No se sabe si los seguidores de este grupo le ampararon o no, pero sí que obligó a la niña a bautizarse siguiendo el rito al uso y a cubrirse la cabeza con pañuelo, mientras la arrastraba de aldea en aldea al saberse perseguido. Su madre lo encubrió, pese a que lleva más de un mes encarcelada por hacerlo.
En la entrevista que realizaron colegas bolivianos a pie de celda a Morales, el individuo declaró sin empacho que Fátima la madre de Nada le había autorizado a que se casara con su hija porque el Islam lo permite (la pequeña tenía nueve años cuando fue secuestrada y ha cumplido diez durante su cautiverio). También argumentó cuando la salida islamista no parecía convincente que es habitual entre los seguidores israelitas, algo que tampoco parece que se acerque a la realidad. En ambos casos, desde luego, contraviene la ley boliviana para cuyas autoridades el individuo ha cometido trata de personas, asociación delictiva y abuso sexual. Ya está en una cárcel de Cochabamba en la que sus argumentos con Alá y Jehová como escudo a buen seguro que no calarán en la conciencia de otros reos.
Hola Cruz. Me encantaría felicitarte por las magníficas intervenciones que haces siempre en el programa de Ana Rosa. Te sigo y te admiro. Aprovecho este espacio para darte una posible explicación a las manchas biológicas de la camiseta Si las tijeras estaban manchadas es normal que al meter la tijera en la camiseta para trocearla el primer tijeretazo corresponderá al primer trozo y al último. Hazlo mentalmente. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, Mónica. Que nos escuchen y nos lean es la mayor aspiración de un periodista. Muy muy interesante tu reflexión. Tomo nota. Un abrazo
ResponderEliminarGracias, Cruz por tomarte el tiempo para leer mi reflexión y contestarme. Feliz fin de semana.
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