Basterra y Porto, el día 26 de septiembre, tras registrarse sus viviendas *ABC |
El ordenador que supuestamente pertenece a Alfonso Basterra y que apareció por arte de magia en su piso de alquiler (en la calle República Argentina) el pasado día 30 no estaba antes allí. Él y su abogada pueden tratar de confundir, presentar escritos imposibles, recurrir, desacreditar a la Guardia Civil, al fiscal o al juez, pero ese portátil fue colocado después de los dos registros (el último el 26 de septiembre) y es más que probable que se pueda averiguar incluso quién lo depositó en esa vivienda, a la vista, para que fuera encontrado.
El Equipo Central de Inspecciones Oculares de la Guardia Civil, de probada exhaustividad, revisó cada estancia (un salón, una minicocina y dos habitaciones) del piso el 26 de septiembre, en presencia de los imputados Alfonso y Rosario Porto, de sus abogados, del fiscal y la comisión judicial y no lo hallaron. "Se inicia el registro por la cocina. Se interviene una fiambrera con la
etiqueta albóndigas 21-9; se registra la habitación donde dormía la niña (nada
reseñable); se registra el baño sin nada de interés, se continúa por el
dormitorio de don Alfonso sin nada de interés ; se intervienen unos tenis de
color blanco y gris marca Kalenji que se encuentran en la entrada". Esto es un resumen de esa diligencia, que fue fotografiada con detalle. En ninguna de las fotos aparece el dichoso portátil que tres meses después sí estaba, en un rincón donde alguien que participó en la diligencia había dejado su maletín.
Los investigadores sabían que tenía uno (al menos) porque Basterra trabajaba en casa como periodista (con escaso éxito o afán al menos últimamente); porque la cuidadora de la pequeña Asunta declaró que habitualmente en la casa de Rosario había tres ordenadores hasta que la pareja se separó en febrero (dos de mesa y un portátil, que utilizaba Alfonso) y porque las conexiones a determinadas web del padre en los últimos meses también lo habían acreditado.
Es difícil entender a qué viene esta estrategia. Quizá cuando se analice el ordenador (suponiendo que no sea uno que nada tiene que ver con los hechos, algo que tampoco se descarta) sea posible dar con una explicación. No se sabe tampoco (o al menos no ha trascendido) qué portátil era el que solía utilizar el imputado. Pero mientras la estrategia de la confusión está servida.
Y no solo con un objeto, una supuesta prueba, sino con dos. En un cajón de la mesita del dormitorio también fue encontrado el teléfono móvil (un segundo) que se sabía que utilizaba Basterra, aunque estaba a nombre de Porto y ella pagaba la factura. Es un viejo teléfono y también es una incógnita qué información, fotos, mensajes o rastro de llamadas almacena. Lo que no es una incógnita es que ese móvil tampoco estaba en los dos registros anteriores y ahora sí. Quizá ninguno de los dos objetos guarden memoria o guarden memoria capaz de dar luz a la muerte de la criatura y por eso haya sido tan fácil entregarlos y esgrimir el argumento de la colaboración. Esa que hasta ahora, Basterra, el padre amantísimo ha negado a los investigadores y al juez. Nada hace augurar que este "cambio" sea el inicio de una actitud diferente del imputado. Ha tenido tiempo y solo lo ha utilizado en su beneficio.
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