José Manuel García Barata lleva media vida (solo tiene 24 años) dando esquinazo a la Justicia o mejor riéndose de ella en los bigotes. A los 15 asaltó un chalé en Orense con su hermano y otros tres individuos en el que encañonaron a la dueña; pasó unos meses en un centro de internamiento. No le constan antecedentes penales porque era menor. El 27 de abril de 2010 disparó cinco veces contra un taxi en Salamanca. El objetivo era el pasajero, "el Paloma" un toxicómano que salía de cenar con otro clan merchero como el de Barata (son primos) y con el que tenía pendencias. Lo esperó y no dudó en tirar de revólver. El copiloto se agachó y se salvó, pero uno de los disparos reventó la cabeza del conductor, Ángel Sánchez. Estuvo en prisión solo tres meses y salió en febrero de 2011. Utilizó un Audi TT, que nunca ha aparecido, pese a carecer de carné de conducir y, por supuesto, de permiso de armas. El taxista tenía 60 años, una mujer y una hija discapacitadas a su cargo, y una nieta de la que era tutor.
Desde febrero de 2011 hasta la semana pasada, Barata ha estado en libertad pese al asesinato del taxista. En marzo del año pasado la Policía lo detuvo en Madrid junto a un hermano con 12.000 euros falsos. Tampoco ingresó en la cárcel. La primera semana de julio se sentó en el banquillo, pero ante las penas que pedía el fiscal y la acusación optó por huir antes de la sentencia. Cuando se la iban a notificar (29 años de cárcel) el 19 de julio, ya había huido. Nadie había pedido que ingresara en prisión. No se montó ningún escándalo. En agosto, el Grupo de Fugitivos de la Policía comenzó su búsqueda y la Audiencia de Salamanca dictó orden europea de busca y captura. Se sospechaba que se había refugiado en Galicia o en el norte de Portugal, pero no se encontró ni rastro.
Desde febrero de 2011 hasta la semana pasada, Barata ha estado en libertad pese al asesinato del taxista. En marzo del año pasado la Policía lo detuvo en Madrid junto a un hermano con 12.000 euros falsos. Tampoco ingresó en la cárcel. La primera semana de julio se sentó en el banquillo, pero ante las penas que pedía el fiscal y la acusación optó por huir antes de la sentencia. Cuando se la iban a notificar (29 años de cárcel) el 19 de julio, ya había huido. Nadie había pedido que ingresara en prisión. No se montó ningún escándalo. En agosto, el Grupo de Fugitivos de la Policía comenzó su búsqueda y la Audiencia de Salamanca dictó orden europea de busca y captura. Se sospechaba que se había refugiado en Galicia o en el norte de Portugal, pero no se encontró ni rastro.
El pasado 13 de septiembre su padre, Manuel García Nieto, «el Segoviano», moría de un infarto en la prisión de Pereiro (Orense). Cumplía 25 años por el asesinato de su propio yerno, al que culpaba de provocar el accidente de tráfico en el que murió su hija. El jefe del clan proporcionó una escopeta al asesino (enamorado de otra hermana de Barata a la que también aspiraba el yerno) y se quedó a unos metros viendo como acribillaba a la víctima. Los policías se presentaron en el entierro con la esperanza de que el huido acudiera a dar el último adiós a su padre, como sería de esperar en un clan familiar tan «unido» como ese. Alguno de los agentes estrechó la mano de los dolientes; el asesino no apareció.
Los agentes recurrieron en esos meses a varias instancias judiciales y en una de ellas encontraron apoyo. Se pensó que quizá en Navidad contactaría con su familia, pero de nuevo fallaron las previsiones. Ya no se podía perder más tiempo así que se decidió pedir colaboración ciudadana. La respuesta no tiene parangón. Barata cayó en 13 horas. El pasado martes a las nueve de la mañana la Policía pedía ayuda a través de la redes sociales y difundía una foto del individuo con sus inconfundibles cicatrices sobre la ceja y en el frontal izquierdo, y su cara redondeada. A las 22.15 era detenido al salir de un gimnasio de Ponferrada (León). En esas trece horas se recibieron tres correos electrónicos y 17 llamadas, una de ellas clave.
Los agentes recurrieron en esos meses a varias instancias judiciales y en una de ellas encontraron apoyo. Se pensó que quizá en Navidad contactaría con su familia, pero de nuevo fallaron las previsiones. Ya no se podía perder más tiempo así que se decidió pedir colaboración ciudadana. La respuesta no tiene parangón. Barata cayó en 13 horas. El pasado martes a las nueve de la mañana la Policía pedía ayuda a través de la redes sociales y difundía una foto del individuo con sus inconfundibles cicatrices sobre la ceja y en el frontal izquierdo, y su cara redondeada. A las 22.15 era detenido al salir de un gimnasio de Ponferrada (León). En esas trece horas se recibieron tres correos electrónicos y 17 llamadas, una de ellas clave.
Fue un día de infarto. Una llamada situaba al de la cicatriz en Sevilla caminando con otro individuo con el brazo escayolado (un pariente suyo lo tiene); un guardia civil creyó verlo en una gasolinera de Madrid; una taquillera del Metro de Barcelona pensó que era él. Estaba haciendo pesas en un gimnasio de Ponferrada e iba indocumentado. Le rompió la nariz a uno de los policías. Ya duerme en prisión.
Sus abogados le han beneficiado con soltura, rozando la legalidad. Mientras estaba fugado, un hermano de Barata acudió a una notaría de Santiago. Allí se hizo pasar por José Manuel y con esa identidad suplantada (que no detectó o vio pasar de largo el notario y el abogado, el mismo de un testigo del caso Asunta), el letrado presentó el recurso ante el Tribunal Supremo. Hubo otros defectos de forma y se inadmitió, de lo contrario se podría estar debatiendo la condena de un asesino prófugo y con identidad falsificada. Por supuesto, la familia de la víctima no ha recibido ni un euro de indemnización.
Sus abogados le han beneficiado con soltura, rozando la legalidad. Mientras estaba fugado, un hermano de Barata acudió a una notaría de Santiago. Allí se hizo pasar por José Manuel y con esa identidad suplantada (que no detectó o vio pasar de largo el notario y el abogado, el mismo de un testigo del caso Asunta), el letrado presentó el recurso ante el Tribunal Supremo. Hubo otros defectos de forma y se inadmitió, de lo contrario se podría estar debatiendo la condena de un asesino prófugo y con identidad falsificada. Por supuesto, la familia de la víctima no ha recibido ni un euro de indemnización.
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