Otegi, tras salir de prisión en marzo Foto: Efe |
Dicen los chicos de Sortu con esa ampulosidad vacía de pareados imbéciles -"crispación", "provocación"- que ponen en duda "la veracidad de la versión difundida" (hablan del salvaje, cobarde y masivo ataque a dos guardias civiles y sus novias en Alsasua). Llevo 24 horas tragándome la lengua y sujetándome la mano, pero las dos se me han desbocado al leer los entrecomillados de su denigrante comunicado. Otegi y sus alegres muchachos deben de ignorar lo que es una intervención quirúrgica (ya saben eso a lo que han tenido que someter al teniente al que destrozaron un tobillo a golpes) y ante esa ignorancia o mirada al infinito, en su línea, critican que se esté construyendo "un relato oficial" basado solo en lo que cuenta la Guardia Civil. Paréntesis: Siempre que los leo me pregunto cómo se puede alcanzar esa perversión del lenguaje sin que a uno le sangren los nudillos al escribir, pero olvido que ellos están bien entrenados.
No se contentan con cuestionar que se produjera la paliza porque no hay "informes ni denuncias públicas" (que alguien me ilumine y me aclare en qué consisten las denuncias públicas cuando a uno le abren la cabeza, el pie o la jeta a golpes, arremolinados en rabiosa jauría), sino que piden la liberación de los dos detenidos por la Policía Foral. También en su línea. Otegi y sus chicos de partido en realidad no se mueven ni un centímetro de su habitual dialéctica de víctimas, igual que no se destapan con ninguna novedad los matones del viernes noche en Alsasua. Pero que sean ropajes viejos no significa que no nos siga provocando el mismo asco.
Ha cambiado el baile, sin embargo. Otegi lleva en libertad desde marzo y aunque hasta 2021 no puede ocupar un cargo público, su partido y miles de simpatizantes le han aupado para concurrir como candidato a lehendakari hace cuatro días. Refrendo popular y palmadas y altavoces para airear su mesiánico mensaje. Los demás callamos, acomplejados como estamos ante el temor de no ser lo suficientemente demócratas, de que nos llamen fachas, trasnochados, colaboradores, provocadores o cualquier sufijo de esos que ahora tienen predicamento instantáneo y demoledor. Algunos no entendemos que se revistan de autoridad sin cambiarse de ropa, sin pedir perdón y aunque estamos acomplejados por no ser lo bastante progres y por provocarnos asco comunicados como el de hoy, quemas de símbolos que han costado sangre y lágrimas y tibieza generalizada, para que nadie se moleste, callamos.
No quería escribir desde las tripas, pero a veces es necesario y este es mi tablón. Prefiero a un teniente y a un sargento (y a sus novias a las que no tengo el gusto) que a una manada de "ospa egunas" desbocados y cobardes. Prefiero escribir a callarme. Prefiero a la Guardia Civil (y a la Policía) que a cualquier cachorro abertzale que siente la presencia de uno y otro Cuerpo como "asfixiante". Eso dicen en el comunicado. No he leído grandes reacciones. Ni toda la repugnancia que en cualquier contexto suscitan unos hechos como los de Alsasua. ¿Qué ha pasado para que sigamos rehuyendo el apoyo expreso a aquellos que han puesto los muertos y el terror y las familias? ¿Qué ha pasado, además de la vida y el desencanto para que siga dándonos miedo no tener miedo? Acomplejados, siempre estamos acomplejados.