Ahora, camino de Gijón, con los nervios del alumno aplicado y las ganas de disfrutar de cada minuto de mi tiempo en la Semana Negra, no me puedo alegrar más de mi reincidencia. Presentar en ese festival de palabras y amor a los libros "El crimen de Asunta" es la mejor recompensa. Ser finalista por segunda vez del Premio Rodolfo Walsh lo tomo como un premio. El regalo es compartir de nuevo espacios con escritores a los que admiro y con lectores tan ávidos de literatura como todos los locos que nos olvidamos de Twain y reincidimos frente al papel o el ordenador una y otra vez.